miércoles, 14 de junio de 2017

Antes del hombre palabra


Hubo un tiempo de violines y pianos
que ascendían desde el suelo,
tallando tardes de hojas secas
con artes de acuarela.
Ellos me llevaban entre nubes con sabor a Liszt
y disponían el salón para una tarde mágica de tinta y papel.
Añoro y humedezco tanto esos recuerdos.
Pero las hojas oxidadas acaban quebrando
porque el tiempo puede con todo.
Aquellas nubes tan suaves
como el terciopelo del teatro
se oscurecieron
y ahogaron hasta su propia música.
Ella, la del rostro invisible y siempre imaginario,
se fue
con sus dioses y sus arpas y esas músicas...
Dejó el piso vacío
Tremendamente maldito
Oscuro en la noche y el día
Expuesto a cualquier hijo de esta nueva tierra.
Ahora, un duende nacido entre el fango, el desgarro y las cloacas
pudre mis sueños con palabras deformadas


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